Terapia de Pareja

Estar en pareja no garantiza conexión. Muchas veces, las personas llegan a consulta cuando el vínculo ya no se reconoce: discusiones constantes, silencios largos, heridas que se repiten. O cuando algo se enfría, se tensa o se apaga, pero no saben del todo por qué.

La terapia de pareja no es un último intento para “salvar” nada, sino un espacio para entender qué está pasando y qué necesita ser mirado. A veces se trata de reparar. A veces de reconfigurar. A veces de poder despedirse bien. Siempre de dejar de dañarse

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Lo que suele doler

 

Los motivos más frecuentes por los que una pareja busca acompañamiento son la falta de comunicación, los celos, las diferencias en los ritmos afectivos o sexuales, los desacuerdos en decisiones vitales, el resentimiento acumulado o la sensación de estar desconectades incluso cuando siguen conviviendo.

Muchas parejas no discuten, pero tampoco se hablan de verdad. Otras se enredan en conflictos repetitivos, donde nadie escucha para entender. A menudo hay heridas emocionales del pasado que, sin darnos cuenta, reaparecen en la relación actual: antiguas decepciones, rechazos, abandonos o traiciones que siguen actuando en segundo plano y tiñen el presente; o simplemente, expectativas no nombradas que generan frustración constante.

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Relaciones queer, vínculos no normativos y viejas heridas

 

Trabajo también con parejas queer y con formas de relación no monogámicas o no convencionales. En estos casos, muchas veces hay una doble carga: el desafío interno del vínculo y la presión externa de un entorno que no entiende o que juzga.

También es habitual que las heridas pasadas —rechazo, invisibilización, abandono, violencia— reaparezcan dentro del vínculo actual, incluso cuando hay amor y cuidado. Las relaciones no están aisladas del contexto social ni del historial emocional de quienes las forman.

La terapia ayuda a desenredar: ¿qué es mío?, ¿qué es tuyo?, ¿qué es de la relación?, ¿qué estamos cargando sin darnos cuenta?

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Violencia psicológica, manipulación y dependencia emocional

 

A veces lo que hay no es una crisis de pareja, sino una dinámica desigual donde una parte ejerce control, chantaje emocional, manipulación o abuso psicológico. Puede no haber gritos, pero sí humillación, miedo, aislamiento o confusión constante.

Identificar esto dentro de la relación es difícil cuando hay afecto, dependencia o historia compartida. En estos casos, la terapia puede ser individual o conjunta, dependiendo del nivel de seguridad emocional que pueda ofrecerse en el espacio.

La terapia no busca que nadie se quede ni que nadie se vaya: busca claridad. Y que cada persona recupere la capacidad de decidir desde un lugar más lúcido y libre.

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¿Cómo acompaño yo?

 

No hay una forma correcta de estar en pareja. No creo en moldes ni en ideales, sino en vínculos que hagan bien, que respeten, que sumen. Mi enfoque es integrador y humanista: no trabajo desde el juicio ni desde recetas genéricas. Me interesa escuchar cómo viven la relación desde dentro y qué sentido tiene para cada persona.

Trabajo con parejas de todo tipo —hetero, queer, abiertas, en crisis o en transformación—, y utilizo herramientas como la terapia breve estratégica, el enfoque sistémico, la hipnosis o el mindfulness cuando es necesario. Pero lo más importante es crear un espacio donde ambas personas puedan hablar sin miedo, escuchar sin defenderse y mirar lo que hay con honestidad.

Terapia de pareja no es elegir entre seguir o separarse. Es elegir dejar de vivir en automático. Es elegir verse. Y desde ahí, decidir.

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