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Psicoterapia para adolescentes y jóvenes

La adolescencia y la juventud son etapas de construcción profunda: identidad, vínculos, descubrimientos,sentido de vida. Pero también son épocas de fragilidad. Hoy más que nunca, adolescentes y jóvenes se enfrentan a desafíos complejos: incertidumbre social, presión estética y de rendimiento...

Adolescencia y juventud: navegar entre tormentas y descubrimientos.

La adolescencia y la juventud son etapas de construcción profunda: identidad, vínculos, sentido de vida. Pero también son épocas de fragilidad. Hoy más que nunca, adolescentes y jóvenes se enfrentan a desafíos complejos: incertidumbre social, presión estética y de rendimiento, hipersexualización, hiperconectividad... y soledad.

Muchos llegan a terapia con una mezcla de ansiedad, vacío, confusión o rabia. A menudo sienten que no encajan o que están atrapados en exigencias que no les representan. La autoestima se tambalea. La sensación de no ser suficientes —ni en casa, ni en el aula, ni en las redes— cala hondo.

Lo que más suele doler

 

Entre los temas que suelen aparecer en consulta están las dificultades con la autoimagen y el cuerpo, el miedo al rechazo, los conflictos con padres o figuras adultas que no escuchan o minimizan, las dudas existenciales, el vacío afectivo o la dificultad para poner límites. También aparecen problemas con el sueño, el aislamiento, la sobreexigencia académica, la comparación constante o la sensación de estar perdides en un mundo que va demasiado rápido.

En muchos casos, no saben bien qué les pasa, solo que “algo no va bien”. Y eso ya es suficiente para empezar.

Juventud LGBTI+: crecer sin permiso

 

Para quienes forman parte del colectivo LGBTI+, estas etapas pueden vivirse con un dolor añadido: el de la invisibilidad, la exclusión o el rechazo. Muchas veces no se trata solo de “salir del armario”, sino de sobrevivir emocionalmente en entornos que juzgan, etiquetan o directamente agreden.

Desde pequeños gestos que invalidan la identidad (como bromas, burlas o silencios) hasta formas más explícitas de violencia —bullying, ciberacoso, amenazas, chantajes—, los impactos psicológicos pueden ser profundos y duraderos. El miedo a ser vistos puede convertirse en un mecanismo de defensa crónico.

Y no siempre ese dolor se expresa desde la tristeza. A veces aparece disfrazado de rebeldía o exceso: “yo no tengo que cambiar nada”, “que el mundo se adapte a mí”, “me lo permito todo y todo el mundo me lo debe todo”. Esta postura, aunque pueda parecer empoderada, suele esconder un fondo de desconfianza, de hartazgo, de necesidad de protección ante un mundo que no ha cuidado. Y detrás de ese escudo, suele haber una pregunta sin respuesta: ¿me van a querer tal como soy, sin tener que demostrar nada?

En terapia, trabajamos para que puedan bajar esas defensas sin sentir que se exponen al peligro. Para que puedan volver a mirarse con compasión y entender que no tienen que elegir entre protegerse o desaparecer.

Violencia psicológica y abuso emocional

 

Muchos jóvenes normalizan relaciones donde hay manipulación, control o desprecio. A veces en casa. A veces en sus parejas. A veces en la escuela o en redes sociales. La violencia psicológica no siempre grita: a menudo susurra, y en ese susurro siembra culpa, duda o dependencia.

Mi trabajo como terapeuta es ofrecer un espacio seguro donde todo eso pueda decirse sin miedo. Donde se validen las emociones, se recupere el criterio propio y se vuelva a confiar en una misma voz interior. Un lugar donde reaprender a nombrarse.

¿Cómo acompaño yo?

 

Mi enfoque es integrador y humanista. Eso significa que no te encajo en una teoría ni te reduzco a un síntoma: me adapto a ti, a tu historia, a tu ritmo.

Trabajo con adolescentes, jóvenes y personas queer desde un lugar de escucha profunda, sin juicios ni moldes. Me importa mucho generar un espacio seguro, donde no haya que fingir nada para ser aceptade, donde puedas venir con todo lo que traes —aunque no sepas aún cómo nombrarlo— y no se te pida explicarlo todo desde el primer día.

No creo en fórmulas mágicas ni en frases vacías tipo “todo va a estar bien”. A veces no lo está. Pero sí creo en la posibilidad de reconstruirse desde dentro, paso a paso, con acompañamiento. Utilizo herramientas como la hipnosis, la terapia breve estratégica, el mindfulness o la PNL, siempre puestas al servicio de lo que tú necesitas.

No te enseñaré a ser fuerte: te acompañaré a entender lo que te pasa y a decidir cómo quieres vivir con ello. Con respeto. Con presencia. Y con claridad.

Juntos, hacemos de tu mente tu mejor aliada

_La Psicóloga con sombrero_Castellano.tif
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